Hace más o menos una hora, entro a la panadería y, como siempre me acusan de que soy una borde, digo:
- Vaya, qué buen día hace, ¿no?
Se gira una señora de la edad de mi madre que estaba en el mostrador (y nada más verle la cara, me he dado cuenta de que me había metido en problemas):
- ¡Pues sí!, ¡porque ya está bien de frío!, ¡qué frío esta haciendo este año!, ¡ya está bien!, ¡que el frío me destroza los pies!, ¡mira como los tengo!
Acto seguido, se ha quitado la bota, el calcetín, los esparadrapos y se ha puesto a enseñarme la artrosis, los callos y las durezas....¡¡¡¡!!!!
Surrealista no, lo siguiente, mi panadera no sabía si reírse o esconderse en algún sitio.
Iba a acompañar esta entrada de unos pies similares a los que me ha enseñado la mujer de la panadería, pero para ahorraros el mal cuerpo, os pongo otra. Idea feliz de mi "novia" (entre comillas porque la palabra aún suena toooooo rara): "¡vamonos de pueblos el fin de semana!"
La entrada al pueblo en el que íbamos a comer (perdido en el monte), fue interrumpida 12 minutos por esto:
¡¡¡Sí!!!, es un rebaño de ovejas cruzando la calle... sin palabras.