martes, 21 de octubre de 2014

Canción de Adiós

Querida niña de los ojos tristes:

Había prometido no volver a escribirte nunca más pero, como te he dicho alguna vez, creo que es bueno vaciarse para poder seguir caminando, porque hace un mes que no te veo y todavía no consigo sacarte de mi cabeza. Aún así, sé que no llegarás a leer esto, y en cierta forma, me consuela, porque tendrás una piedra menos que cargar en tu enorme saco de "cosas que no sirven para nada más que provocarte dolor de espalda".

Probablemente no llegué a enamorarme de ti, por miedo y, sobre todo, por falta de tiempo... porque me pareces la mujer perfecta para enamorarse de ti cada día. Me gustó encontrarte sin buscarte, mirarte sin decir nada, y abrazarte y que se parase el tiempo. Bueno, y tus besos, esos me gustaron lo que más.

Echo de menos los ratitos de sobremesa tiradas en el sofá, tu cara super seria cuando te concentrabas estudiando, tus abrazos nocturnos en mitad de esos diálogos sin sentido de los que no eras consciente, despertarme contigo (la hora y media que tardas en despertarte cada día)... Ojalá te hubiese abrazado más fuerte el último día que te tuve delante, uno de esos abrazos de cinco minutos... pero creo que entonces ya sabía que esto acabaría así.

Pero no te preocupes, porque me hago fuerte, cada vez que siento el irreflenable deseo de llamarte, de ir a verte, de escribirte y decirte que no importa que no seamos nada, que no quiero dejar de tenerte en mi vida... en cada uno de esos momentos, te leo.

Y es que encontré tu twitter (¡malditas redes sociales!), y pude ver lo que le escribías a ella, cuando era yo quien dormía a tu lado. Quería parar de leer... y no pude. Creo que necesitaba romperme del todo, necesitaba saber que aunque te pregunté mil veces por la razón de tu agobio y siempre la dejaste un poco aparte, ella seguía allí, mucho más de lo que admitías siempre.

"No se si quiero un punto y final..." esa dolió, pero ¿sabes la que me hizo más daño? aquel "te siento dentro" que le escribiste, justo quince minutos después de dejar de hablar conmigo, cuando esa misma noche estuve hasta las 4 de la mañana contigo, ayudando a alguien a quien apenas conozco a hacer un trabajo, sólo porque tú me lo pediste.

Leo las frases una y otra vez, cada vez que me da por pensar que, incluso así, podríamos ser amigas, podría ayudarte con los exámenes o podríamos salir a tomar algo para que te diese el aire. Y no hago nada, me quedo quieta, porque dicen que "tirarle un salvavidas a quien no quiere salvarse es como ahogarse con él", y yo ya me he ahogado demasiadas veces... y por el mismo motivo.

Veo tu indiferencia más absoluta hacia quien te lo ha dado todo (o todo lo que era capaz de darte), cuando siempre te has preocupado por el estado de quien te abandonó en tu peor momento... y ya sabes que mi orgullo me recuerda constantemente ese agravio comparativo y me obliga a que huya. Porque no te lo mereces... porque no me mereces.

En fin, con todo esto sólo quería decirte, que espero que encuentres la paz, que venga quien te enseñe que no hace falta que lo des todo a cambio de nada, y que puedes abandonarte en los brazos de alguien, porque no estás sola (igual que intentaba hacerlo yo, pero bien). Me quedaron mil besos por darte, un millón de caricias en la espalda, mil viajes que hacer contigo y una vida que ir descubriendo a tu lado... recíbelos todos con esta última carta (menos los viajes, que aquí no sé cómo meterlos).

Espero volver a verte algún día, y que esos ojos me sonrían.



jueves, 16 de octubre de 2014

porque me debato constantemente entre comerte a besos y matarte a palos, al final me quedo quieta, sin hacer nada...

domingo, 12 de octubre de 2014


Y ahora que veo lo que tanto miedo te daba que viese... ahora es cuando entiendo que esquivases mi mirada.

La cobardía encerrada en los ojos más tristes...