A veces, cuando vas por la calle y pisas una de esas porquerías que sueltan los árboles, te descubres a ti misma haciendo un simulacro de jota aragonesa para tratar de despegarlo. Decides que la solución perfecta es darse con un pie en el otro hasta que... ¡oh, no!, ¡ahora tienes porquería en los dos zapatos!
Después no se te ocurre otra cosa que darte con una hojita, un papel o lo que encuentres por la calle tirado, como si eso te fuese a servir de algo. Total que ya que estamos, pues nos llevamos también la hojita pegada, ¿por qué no?
Cuando ya te cansas de intentarlo, piensas: "¿y si dejo los zapatos aquí?, en realidad ¿qué es lo peor que puede pasar por ir descalza?". Tras reflexionar y hacer uso del poco sentido común que te queda, vuelves a casa con los zapatos pegajosos que dejan de serlo después de días y días usándolos.
A veces, el agobio empeora las cosas y sólo hay que dejar que el tiempo las ponga en su sitio... o eso espero.
1 comentario:
Menos mal que asoma una sonrisa... debe ser el único momento del día, leyéndote, que he dejado de pensar en mí, en mí y en mí.
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