Parafraseando una de las muchas películas antiguas, de esas en blanco y negro, y que parecen todas iguales: "no me conviene enamorarme de usted" (o de ti, para no ser tan repipi).
A veces, eres totalmente consciente del "guarrazo" que te vas a pegar, porque te avisan, porque ves las señales luminosas, porque lo sueñas, porque te lo dice cualquiera y lo peor de todo, porque ya has pasado por ahí. Siempre empiezas diciendo: "esta vez no", pero... el hombre (o la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra (y quien dice dos, dice tres o diez, ¿no?).
En fin, al menos habrá que aprender a tomarse las cosas con humor y a reirse de uno mismo. Ya lo decían: "bienaventurados los que se ríen de sí mismos, porque nunca se les acabará el cachondeo".
A veces, eres totalmente consciente del "guarrazo" que te vas a pegar, porque te avisan, porque ves las señales luminosas, porque lo sueñas, porque te lo dice cualquiera y lo peor de todo, porque ya has pasado por ahí. Siempre empiezas diciendo: "esta vez no", pero... el hombre (o la mujer) es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra (y quien dice dos, dice tres o diez, ¿no?).
En fin, al menos habrá que aprender a tomarse las cosas con humor y a reirse de uno mismo. Ya lo decían: "bienaventurados los que se ríen de sí mismos, porque nunca se les acabará el cachondeo".
1 comentario:
En esas estamos, entonces. En volver a tropezar... pero intentar hacerlo con gracia, como si no fuera a doler. Tropezar sin hacer demasiado el ridículo. Y levantarse mirando a todos lados para comprobar que nadie te estaba viendo.
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